En el momento que el empresario Elon Musk presento su oferta valorada en 43.400 millones de dólares para unir lazos con Twitter y obtener de esta manera el control total de una empresa de la que ya es propietario en la actualidad del 9,2% de las acciones, quienes muchos apuestan por la libertad de expresión (aquella en defiende a ultranza el CEO de Tesla) lo elogiaron alegremente.

Pero, que la red social del pajarito vaya a convertirse en cabecilla de la libertad de expresión bajo la batuta de Elon Musk podría terminar espantando a quienes llenan precisamente las arcas de Twitter: los anunciantes.

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Alcanzando Twitter (que parece en todo caso dispuesto a poner palos en las ruedas a la oferta de Elon Musk y a hacer naufragar los planes del sudafricano) el CEO de Twitter pretende convertir la red social en «una plataforma global en favor de libertad de expresión». Incluso, Musk subraya, «la libertad de expresión es un imperativo social para toda democracia verdaderamente funcional».

No obstante, una plataforma con poca o nula moderación de contenidos podría convertirse en un auténtico quebradero para los anunciantes, que evidentemente no desean ver emplazados sus anuncios junto a contenido de naturaleza controvertida. Además, los usuarios podrían terminar dando la espalda a Twitter si este esta red social se convierte en el particular patio de recreo de acosadores y teóricos de la conspiración.

«La preocupación subyacente es que Twitter pudiera convertirse eventualmente en un lugar tóxico y en una comunidad tóxica», manifiesta Joshua Lowcock, global chief media officer de UM Worldwide, en declaraciones a Time.

Twitter, como otras plataformas 2.0, es una red social fuertemente deudora de la publicidad, que representó cerca del 90% de los 5.100 millones de dólares que ingresó en sus arcas en 2021.

Muy parecido a Meta, la matriz de Facebook, Twitter ha tenido que bregar en los últimos tiempos con la moderación de los contenidos que se abren paso en sus dominios. En Estados Unidos los conservadores se lamentan de que la red de microblogging está supuestamente escorada hacia la ideología liberal, mientras que otros consideran que Twitter no está haciendo todo lo que está en su mano para aplacar la violencia y el odio en su plataforma.

Cabe destacar que hace dos años decenas de compañías como: Coca-Cola y Microsoft, entre otras, detuvieron su publicidad en Facebook en protesta por el contenido dañino albergado en esta red social y la inquietud porque su publicidad apareciera emplazada junto a ese contenido.

La libertad de expresión que Elon Musk intenta hacer valer en Twitter, podría espantar a anunciantes y a usuarios a partes iguales.

Con más 80 millones de «followers» en Twitter, el empresario es uno de los usuarios más prominentes de la red social y asimismo uno de sus críticos más feroces. Buena parte de la ira dirigida por Musk contra la red social del pájaro azul está relacionada con lo que él califica de censura en esta plataforma.

Igualmente, el sudafricano ha amistado también con usuarios expulsados de Twitter. Es el caso de la publicación conservadora de corte satírico Babylon Bee. La cuenta de este medio fue cancelada luego de que Twitter estimara que un post de Babyloon Bee sobre un miembro transgénero del Gobierno estadounidense había transgredido sus propias normas.

El mismo Elon Musk ha traspasado la línea en Twitter, que, a pesar de esto, jamás ha tomado represalias contra él. En esta red social el sudafricano ha publicado memes ridiculizando a personas transgénero y en una ocasión se descolgó con un post, posteriormente borrado, en el que comparaba al primer ministro canadiense Justin Trudeau con Hitler.

Aunque Twitter ha establecido mejoras para la moderación de los contenidos que se abren paso en su plataforma, la afamada red social para muchos usuarios es confrontada con casos de ciberacoso y con virulentos mensajes de odio. Ni siquiera no abriendo más esta plataforma podría declinar estos problemas.

«La gente aborrece en términos generales el acoso», resalta Matt Navarra, analista y consultor de redes sociales. «¿Puedes imaginar que Twitter se abriera aún más en favor de la libertad de expresión y que hubiera aún menos normas? Estaríamos sin duda ante un lugar donde la gente no querría invertir su tiempo», confirma.

Para los anunciantes el problema no es tanto la libertad de expresión como la ausencia de moderación de los contenidos en Twitter, señala Lowcock.

Con Jack Dorsey al timón «Twitter priorizó la salud de la plataforma y se convirtió en una red social muy apreciada por la comunidad publicitaria», afirma Lowcock. «La confianza en la plataforma ha aumentado. Está por ver si Musk continuará con este enfoque o apostará por una orientación radicalmente divergente», agrega.

las empresas en las que Musk ha estado involucrado nunca hasta el momento han estado apoyadas especialmente en el plano financiero por la publicidad. Antes de anunciar que su objetivo era comprar Twitter, Musk sugirió que tenía intención de zafarse de los anuncios de la red social y apostar en su lugar por los servicios de suscripción.

«Musk jamás han mostrado interés por los negocios apoyados por la publicidad, por lo que cabría esperar que se rodeara de personas que sí están familiarizadas con la industria publicitaria», subraya Lowcock.

Elon Musk discurre que su pretendida compra de Twitter está orientada sobre todo y ante todo a la defensa de la libertad de expresión y no tanto a la generación de beneficios en el plano financiero.

«Una plataforma pública que goce de un alto nivel de confianza y que sea verdaderamente inclusiva es extremadamente importante para el futuro de la civilización», hace saber Musk.