El Banco Mundial publicó un documento titulado International Debt Report (Informe sobre la deuda internacional), los países más pobres que reúnen los requisitos para obtener préstamos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), entidad integrante del Banco Mundial, destinan ahora más de una décima parte de sus ingresos por exportaciones al pago del servicio de su deuda pública y con garantía pública a largo plazo.

Esta cifra representa la proporción más alta desde 2000, es decir, poco tiempo después de la creación de la Iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados.

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En el informe se pone de relieve el aumento de los riesgos relacionados con la deuda en todas las economías en desarrollo, tanto de ingreso bajo como mediano.

A fines de 2021, la deuda externa de estas economías ascendía a US$  9billones, más del doble que hace una década. Durante el mismo período, la deuda externa total de los países clientes de la AIF casi se triplicó y alcanzó US$ 1billón.

El aumento de las tasas de interés y la desaceleración del crecimiento mundial amenazan con llevar a un gran número de países a una crisis de la deuda. Cerca del 60 % de los países más pobres muestra ya un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya se encuentra en esa situación.

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Países pobres asfixiados

De acuerdo con el informe, a finales de 2021, los pagos de los países clientes de la AIF para el servicio de la deuda externa pública y con garantía pública a largo plazo ascendieron a US$ 46. 200millones, lo que equivale al 10,3% de sus exportaciones de bienes y servicios y al 1,8% de su ingreso nacional bruto (INB).Estos porcentajes muestran una subida considerable con respecto a 2010, cuando se ubicaron en el 3,2 % y el 0,7%, respectivamente.

Se prevé que en 2022 los pagos aumentarán un 35 % y superarán los US$ 62.000millones, uno de los incrementos anuales más pronunciados de las últimas dos décadas. Se espera que China represente el 66% de los pagos del servicio de la deuda que realizarán los países clientes de la AIF en su deuda bilateral oficial.

“La crisis de la deuda que enfrentan los países en desarrollo se ha intensificado”, dijo el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass.

“Se necesita un enfoque integral para reducir la deuda, aumentar la transparencia y facilitar reestructuraciones más rápidas, de modo que los países puedan centrarse en los gastos que respaldan el crecimiento y reducen la pobreza. De lo contrario, muchos países y sus Gobiernos se verán frente a una crisis fiscal e inestabilidad política, y millones de personas caerán en la pobreza”, continuó.

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En el informe se señala que, a primera vista, los indicadores de la deuda parecen haber mejorado en 2021. Cuando el crecimiento económico se reanudó tras la recesión mundial de 2020, la proporción de la deuda externa pública y con garantía pública como porcentaje del INB volvió a los niveles anteriores a la pandemia.

Sin embargo, esto no ocurrió en los países clientes de la AIF, donde la relación entre deuda e INB se mantuvo en el 25%, por encima del valor previo a la pandemia. Por otro lado, las perspectivas económicas se han deteriorado considerablemente.

En 2022, el crecimiento mundial muestra una marcada desaceleración. En medio de uno de los episodios de endurecimiento de las políticas monetarias y fiscales más sincrónicos a nivel internacional de los últimos 50 años, el riesgo de que se produzca una recesión mundial el próximo año ha ido en aumento.

Las depreciaciones monetarias han empeorado la situación de muchos países en desarrollo con deudas denominadas en dólares estadounidenses. Como consecuencia, es probable que la mejora de la relación entre deuda e INB registrada en 2021 sea temporal.

Fuente: Banco Mundial.