Este año ha comenzado con una inflación por las nubes. Luego de un periodo deflacionario extraño estimulado por la llegada del coronavirus en 2020, el índice de Precios al Consumo (IPC), dato por medio del cual se mide la inflación, no se ha detenido de aumentar desde el pasado marzo. Este itinerario se ubicaba en diciembre entre los máximos registrados en las últimas tres décadas, un 6,7%. Es el noveno mes en que acaba por encima del 2%, el límite que el Banco Central Europeo (BCE) considera idóneo.

Conjuntamente de las altas tasas de inflación (no solo nacionales, sino también mundiales) la economía corre el peligro de desacelerarse. Cuando estos fenómenos, en principio incompatibles, se producen de forma simultánea que se denomina estanflación. Ahora bien, ¿Estamos en las puertas de un periodo estanflacionario?

Hace unos meses atras, según los expertos alertaron sobre la combinación de las políticas monetarias y fiscales laxas de muchos bancos centrales y la reducción de la oferta provocada mayoritariamente por la crisis en la cadena de suministros, esto, podrían convertirse en una estanflación como la de la década de 1970, durante la crisis del petróleo.

¿Qué significa la estanflación?

Se trata de una recesión económica unida a una alta inflación. Habitualmente, estos fenómenos no se dan de forma simultánea.

Actualmente, a pesar de que la economía se encuentra estancada y los precios continúan subiendo, el desempleo crece y las familias pierden poder adquisitivo, por lo que los hogares reducen su ritmo de consumo. De este modo, esta caída de la demanda no viene acompañada de una bajada de precios, como es usual en momentos de contracción económica.

Estanflación es una traducción de la palabra inglesa ‘stagflation’. El acontecimiento más evidente de estanflación sucedió en la década de 1970 cuando la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OPEP) dejó de exportar crudo a Estados Unidos y a otros estados de Europa Occidental. Los precios del petróleo crecieron de forma drástica entre 1973 y 1975 y los países importadores de petróleo vivieron a la vez una inflación y una recesión.

Es decir, se trata de una de las más peligrosas combinaciones para la economía debido a que ambos elementos distorsionan el mercado y la medida de choque para combatir el estancamiento económico, que tiene como efecto secundario el incremento de la inflación. Sin embargo, para estimular el consumo y salir de la recesión se pretenden acciones en la expansión fiscal y monetaria (que los Bancos Centrales pongan dinero en funcionamiento) medidas que a su vez generan más inflación lo que al final deviene en un círculo explosivo.

¿Puede que sea una amenaza cercana?

Economistas e inversores han debatido largo y tendido sobre este tema. Por ahora, la inflación se conserva desbocada, pero algunos expertos aseguran que la economía va a seguir creciendo.

Además, la gestora británica de activos Schroders advierte que la variante ómicron de Covid-19 ha impulsado ese riesgo. Nuevas restricciones puntuales en distintos países y más retrasos en la cadena de suministros impactarán en el comercio global e impedirán el crecimiento de la economía.

Para impedir que la estanflación afecte nuestra economía personal, se debe contar con ahorros. Conocer en qué punto nos encontramos y preparar nuestras finanzas personales con el fin de evitar efectos negativos.