El panorama para los costarricenses de cara al 2022, está un poco gris, pues un aumento en las tasas de interés afectará especialmente a los deudores y un incremento en los precios de bienes y servicios son fácilmente obligatorios.

Esto es debido a muchas razones, pero en su mayoría se resumen en los incrementos mundiales en las materias primas, la crisis de los contenedores, los el aumento del combustible, la reactivación económica mundial, el cambio de marcha en las políticas expansivas de naciones como Estados Unidos, las subidas de interés anunciados por la Reserva Federal (FED) y la presión de una economía local que parece estar dejando atrás su capacidad ociosa y llegando a su nivel de potencial.

Los cambios de luces se venían dando desde hace unas semanas, señalando dos ámbitos: en primer lugar desde el extranjero con inflaciones récord en regiones como la zona euro y en Estados Unidos. En segundo lugar desde el propio territorio nacional con una inflación local que obtuvo su máximo del 3,35% interanual el mes pasado, el máximo  nivel de los últimos años y posicionándose por primera vez arriba de la meta del 3% asignada por el Banco Central.

Desde el exterior el interruptor se activó instintivamente. El día 15 del presente mes, la FED notificó el incremento progresivo en tasas de interés para 2022. Un mínimo de 3 veces durante el año, pero más si la situación lo amerita.

Tiempo más tarde, el Banco Central reaccionó, comunicando el primer incremento en la Tasa de Política Monetaria (TPM) en más de un año, lo que irreparablemente predice: 2022 estará acompañado por un alza en las tasas de interés.

Daniel Suchar, analista financiero, aseguró que será necesario que los ciudadanos tomen en consideración el aumento que se avecina.

Según lo que afirma Suchar, se trata de una medida para tratar de “captar” o recoger dinero y evitar un acrecentamiento mayor en la inflación.

Vidal Villalobos, economista de Prival Bank, testificó por su parte que el Central usa la TPM como una especie de guía para dirigir el barco y actualmente se encuentra intranquilo por el tema de la inflación.

Al justificar su decisión para elevar la TPM, el Banco Central dio por un hecho que el país enfrentará un incremento en los precios al menos durante el primer semestre del 2022.

“Los modelos de pronóstico del Banco Central sitúan la proyección central de la inflación general por encima de la meta de inflación de 3% al término del 2021 y en el primer semestre del 2022, aunque dentro del rango de tolerancia de ±1 puntos porcentuales alrededor de esa meta. Los modelos indican que la inflación se moderaría y se mantendría por debajo de la meta en la segunda mitad del 2022. Por otro lado, la inflación subyacente se mantendría por debajo o alrededor de la meta”, señaló la entidad.

Asimismo, en el Banco Central puntearon la posibilidad de riesgos de que la inflación aumente todavía más:

  • El Índice de precios al productor de la manufactura presentó en noviembre, por cuarto mes consecutivo, una variación interanual de dos dígitos (13,8%). Estas presiones podrían trasladarse a la inflación al consumidor en los próximos meses en mayor medida a lo previsto por los modelos de pronóstico.
  • El salario promedio, medido por la Encuesta Continua de Empleo y las estadísticas de cotizantes de la Caja Costarricense del Seguro Social, muestra un incremento con respecto a lo observado en febrero del 2020. El dinamismo de la producción podría acelerar las presiones salariales.
  • Aun cuando las expectativas de inflación de mercado se mantienen bajas, la encuesta dirigida a analistas financieros, consultores en economía y empresarios sugiere valores cercanos al límite superior del rango de tolerancia definido para la inflación.
  • El Banco Central es consciente de que una inflación importada creciente, la aceleración en los precios locales al consumidor y al productor y la depreciación del colón podrían afectar las expectativas inflacionarias, y ubicarlas por encima del rango de tolerancia alrededor de la meta de inflación. Ello, a su vez, podría introducir inercia en la inflación, en los salarios y en los contratos de mayor plazo (alquileres, educación, transporte, por ejemplo), y generar de esa forma efectos de segunda ronda.