Según el estudio de la Andi, ejecutado por Fedesarrollo sobre cómo lograr la competitividad del sector arrocero en el país, los diferentes actores de la industria plantearon la hoja de ruta con las acciones y tareas que se deberán cumplir para desarrollar más productividad, competitivdad y calidad de este producto agrícola en el mercado interno e internacional.

Ricardo Lozano, presidente de la junta directiva de Induarroz de la Andi, señaló que Colombia tiene el tiempo justo para convertirse en un jugador importante en la industria. Pero, se requiere consensuar la agenda con todos los actores de la cadena y definir el enfoque exportador, siendo este el principal reto al que le apuntan y la única respuesta a los grandes retos ante la competencia a nivel del continente y del mundo, a medida que se acercan al año 2030.

Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, informó que, hoy en día el país ha firmado cuatro compromisos comerciales que pueden afectar el mercado doméstico de arroz blanco: el TLC con EE.UU., la comunidad Andina de Naciones, Mercosur y la Alianza del Pacífico.

Ahora bien, el país cuenta con rendimientos por encima del promedio mundial (5,7 ton/h), se requiere que estos sean cercanos a los de EE.UU. (8,5 toneladas por hectarea) para evitar una caída en la producción nacional que para 2020 fue 48,7% menos frente a ese país.

Sin embargo, para continuar en este camino, uno de los puntos de partida que debe atender la agenda es la capacidad de ofrecer oportunidades a los agricultores. Esto implica que haya una concentración de los esfuerzos en los tres eslabones de la cadena productiva y, sobre todo, un encadenamiento entre los mismos.

Conforme a las recomendaciones derivadas del estudio “las mayores mejoras competitivas en la cadena del arroz necesariamente deben pasar por una mayor eficiencia en la producción de paddy verde, pues cualquier otra mejora en el proceso de transformación de la industria molinera, sería marginal si no se disminuyen los costos de la materia prima”.

Además, se requiere fortalecer la fidelidad de los agricultores con la provisión de servicios, de tecnología y el acompañamiento financiero; mejorar la calidad y rendimiento de las semillas que provén las empresas privadas; continuar incentivando el crédito asociativo y propender por definir e implementar las estrategias de consumo sofisticado y diferenciado en la demanda.

Pese a esto, Mejia le dijo al Ministerio de Agricultura que la política pública se debe enfocar en la provisión de bienes públicos más que en los subsidios.