Continúa el goteo de grandes empresas que abandonan Rusia en protesta por la invasión cometida por este país en Ucrania. Las marcas cerveceras Heineken y Carlsberg notificaron ayer lunes que pondrían pies en polvorosa en Rusia tras revisar sus operaciones en el aquel país a raíz de la guerra que se libra actualmente en Ucrania.

Carlsberg, que emplea a 8.400 personas en Rusia, afirma estar buscando el traspaso completo de sus actividades en el país euroasiático, no obstante, se ha comprometido en todo caso a mantener allí sus operaciones a un nivel reducido «para garantizar el sustento» de sus empleados rusos y de sus familiares.

La guerra en Ucrania y la escalada de la crisis humanitaria y de refugiados nos ha dejado a todos en shock. Condenamos firmemente la invasión de Rusia, que se ha traducido en la pérdida de vidas humanas, en mucha devastación y en una gran tragedia humana”, aclara Cees ‘t Hart, CEO de Carlsberg.

«Cualquier beneficio generado durante la crisis humanitaria se donará a organizaciones sin ánimo de lucro», confirma Hart.

El año pasado la compañía danesa reportó unos ingresos de 6.500 millones coronas danesas (aproximadamente 873 millones de euros) y unos beneficios de 682 millones de coronas danesas (91 millones de euros) en Rusia.

De igual manera, Heineken, que ya había detenido las exportaciones y las nuevas inversiones en Rusia y había paralizado además la venta, la producción y la publicidad de sus productos en este país, ha querido ir un paso más allá y desprenderse de su negocio en este país.

«Estamos espantados y profundamente consternados al contemplar que la guerra en Ucrania continúa ganando en intensidad», indica la empresa cervecera holandesa en un comunicado.

Heineken continuará pagando a sus empleados en Rusia hasta finales de año

El gigante cervecero busca hasta los momentos la transferencia ordenada de su negocio a un nuevo dueño, ateniéndose tanto a las leyes internacionales como a las normas imperantes actualmente en Rusia.

Para garantizar la seguridad y el bienestar de nuestros empleados y minimizar el riesgo de una nacionalización, hemos concluido que es esencial que continuemos operando de manera reducida durante este periodo de transición”, resalta Heineken.

La multinacional holandesa se ha comprometido también a pagar los salarios de sus 1.800 empleados en Rusia hasta finales de 2022 y «haremos lo posible para salvaguardar su futuro laboral».

Heineken calcula que su salida de Rusia tendrá un impacto adverso de 400 millones de euros en sus cuentas.

Hasta la completa transferencia de su negocio en el país euroasiático Heineken prescindirá totalmente de su presencia en territorio ruso.

En 2021 Heineken logró aumentar sus ventas en Rusia gracias a la fuerte demanda de cervezas como Heineken, Miller y Dr Diesel. Sin embargo, los ingresos derivados de su división de sidras pegaron asimismo el estirón.

Muchas compañías de todos los sectores de actividad han abandonado Rusia o han congelado allí sus operaciones desde que comenzara la invasión de Ucrania el 24 de febrero.

De esta manera, AB InBev, rival directo de Carlsberg y Heineken, ha solicitado al accionista mayoritario de sus operaciones en Rusia que suspenda la licencia para la producción y la venta de sus productos en este país. El gigante cervecero prolongará, no obstante, abonando el salario a sus empleados en Rusia.