Uno de los mayores defectos de la red de redes es la violencia. Escondiéndose en muchas ocasiones tras el anonimato, la violencia asoma sus garras casi en cada esquina en internet, en particular en las redes sociales, donde el «hate speech» en un gravísimo perjuicio difícilmente difícil de erradicar (en vista del extraordinario poderío de los vociferantes trols por que por allí pululan).
La violencia en su vertiente online se discutió justamente el pasado sábado en la conferencia DLD en un debate en el que tomaron parte la escritora y periodista Nicole Diekmann, Natalia Kanem (UNFPA), Katja Wildermuth (Bayerischer Rundfunk) y Tanit Koch (The New European).
“Si bien la tecnología ofrece muchísimo potencial desde el punto de vista del crecimiento y el progreso, puede entrañar también una grave amenaza, en particular para las mujeres”, comunicó Kanem.
“La plena igualdad de género es mi verdadera prioridad. Me preocupan las mujeres jóvenes, las personas LGBTQ y las personas con discapacidad. Sus derechos a menudo se pisotean, en particular en el espacio digital”, indicó Kanem.
Todo hace suponer que el metaverso heredará también la violencia de la actual red de redes
A juicio de Diekmann, el ubicuo «hate speech» obra el poder de silenciar a las personas, en particular a las mujeres. «Y ello se traduce en último término en que muchas personas renuncien a las redes sociales o en que se aborten importantes debates democráticos», denunció.
Respecto a la violencia en el afamado metaverso, donde ha habido ya casos de acoso sexual, Wildermuth se muestra más bien pesimista respecto a este asunto. «No puedo predecir el futuro, pero un desarrollo en positivo en este ámbito me parece bastante improbable», afirma.
«Por esta razón necesitamos urgentemente reglas mucho más claras en el espacio digital. Las plataformas online se escudan en que son meras compañías tecnológicas, no publishers y obvian en este sentido su responsabilidad», agregó.
«Gigantes de internet como Facebook y Google aglutinan tantísimo poder en sus manos que debería haber una regulación a escala global para poder restringir el discurso de odio», resaltó Diekmann.
Wildermuth considera, por su parte, que los usuarios deberían tener más «insights» sobre lo que realmente acontece en su teléfono cuando se conectan a Facebook e Instagram. «Se deben crear competencias para parar los pies al discurso de odio y otro tipo de violencia en la red de redes», subrayó.
Debido a que el internet carga con muchos problemas sobre los hombros, «no debemos olvidar tampoco que las redes sociales tienen también un lado bueno», apostilló Diekmann. Y cita como ejemplo el apoyo que estas plataformas procuran a las mujeres y a las personas LGBTQ+ que han sido víctimas del «hate speech» (paradójicamente en el mismo lugar donde han sufrido las embestidas del odio).
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