Una delegación de Sri Lanka encabezada por el ministro de Finanzas, Ali Sabry, partió este domingo rumbo a Estados Unidos para discutir con el Fondo Monetario Internacional (FMI) una serie de ayudas que permita a la nación isleña hacer frente a la grave crisis económica que atraviesa.

«El ministro de Finanzas y su equipo mantendrán conversaciones del 19 al 24 de abril. Servirán para explorar los programas a los que Sri Lanka puede acceder desde el FMI para afrontar la actual crisis económica», informaron a Efe funcionarios del Gobierno, que prefirieron mantener el anonimato.

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Junto al responsable de Finanzas viajan el recién nombrado gobernador del Banco Central esrilanqués, Nandalal Weerasinghe, y el Secretario del Tesoro, Mahinda Siriwardena, ambos antiguos empleados del FMI.

Sabry espera obtener «hasta 4.000 millones de dólares del FMI», aunque la suma final que acuerden dependerá «de cómo Sri Lanka quiere llevar a cabo sus reformas fiscales y de otro tipo», precisaron las fuentes.

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Este viaje se produce la misma semana en que el Gobierno anunció el incumplimiento soberano de su deuda externa, que según datos del Ministerio de Finanzas hasta finales de 2021 ascendía a 20.000 millones de dólares.

Unos datos que reflejan que, hasta dicha fecha, el endeudamiento de Sri Lanka era de unos 54.000 millones de dólares, el 102,8 % del producto interior bruto.

Frente a este panorama cada vez más incierto, la junta directiva de la Bolsa de Valores de Colombo (CSE) anunció el cierre temporal del mercado de valores durante la próxima semana, para brindar a los inversores «la oportunidad de tener más claridad y comprensión de las condiciones económicas que prevalecen actualmente, y que puedan tomar decisiones de inversión con información», señaló ayer en un comunicado.

CRISIS SIN PRECEDENTES

La nación isleña se enfrenta a una crisis económica sin precedentes provocada, en parte, por el gran endeudamiento del país, la recesión económica durante la pandemia y una caída drástica de la actividad turística.

Una situación que ha provocado escasez de bienes básicos, como combustible, alimentos y medicamentos esenciales.

La situación generó en una oleada de protestas a finales de marzo contra el presidente Gotabaya Rajapaksa, reclamando su dimisión por su gestión de la crisis.

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Sin embargo, el tono de las manifestaciones se elevó la semana pasada, movidos los habitantes por la declaración del estado de emergencia, la imposición del toque de queda y la prohibición de usar las redes sociales adoptada por Rajapaksa, a lo que se sumó el empleo de gases lacrimógenos y cañones de agua por parte de la Policía para dispersar a los manifestantes.

Desde entonces, miles de personas acuden a diario frente al edificio de la Secretaria Presidencial de Colombo, donde se han instalado baños portátiles y tiendas de campaña, para expresar su descontento.

Este domingo, día de Pascua, se sumaron a las protestas cientos de católicos que reclamaron al presidente una investigación más profunda sobre los atentados de Pascua, que el 21 de abril de 2019 dejaron un balance de 269 muertos y más de 400 heridos en una serie de ataques yihadistas contra tres iglesias y tres hoteles de lujo.