Chile es el país donde los ultrarricos tienen el patrimonio más grande de América Latina
El patrimonio conjunto de los chilenos más ricos fue equivalente a un 16,1% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, de acuerdo con los calculó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), utilizando datos de la revista Forbes.
Estos cálculos solo consideran a los llamados «milmillonarios», lo que significa, aquellas personas que tienen un patrimonio de al menos US$1.000 millones.
A nivel mundial hay 2.755 personas que pertenecen a esa categoría, en un listado liderado por Jeff Bezos (con US$177.000 millones), seguido de Elon Musk y Bernard Arnault.
En América Latina existen 104 ultrarricos de los cuales 9 son chilenos, con un patrimonio de estos últimos que a fines de 2021 estaba compuesto, según la revista Forbes, de la siguiente manera:
- Iris Fontbona y familia Luksic: US$23.300 millones
- Julio Ponce Lerou: US$4.100 millones
- Horst Paulmann y familia: US$3.300 millones
- Sebastián Piñera y familia: US$2.900 millones
- Jean Salata*: US$2.400 millones
- Roberto Angelini: US$2.000 millones
- Alvaro Saeih: US$1.800 millones
- Patricia Angelini: US$1.600 millones
- Luis Enrique Yarur: US$1.300 millones

En qué sectores está el patrimonio del club de los más ricos
De acuerdo con la lista Forbes de los milmillonarios de Chile, las fortunas de estos están concentradas especialmente en los sectores de las finanzas, minería, forestal y retail.
Finanzas: Sebastián Piñera, Alvaro Saieh, Luis Enrique Yarur
Minería: Iris Fontbona y Julio Ponce Lerou
Minería y forestal: Roberto Angelini, Patricia Angelini
Retail: Horst Paulmann

La concentración del patrimonio en estas familias es un reflejo de la desigualdad que existe en la sociedad chilena.
Como lo indica el informe World Inequality Report de 2022, el 1% más rico de Chile concentra el 49,6% de la riqueza total del país, mientras que en Brasil controla el 48,9%, en México el 46,9% y en Estados Unidos el 34,9%.
¿Por qué la riqueza está tan concentrada en Chile?
Los analistas suelen explicar el origen de la brecha social remontándose a los tiempos de la colonia, en los que la mayor parte de las tierras fueron repartidas entre los españoles y sus descendientes.
En esa época surgió la hacienda, en la que la sociedad quedó dividida entre patrones, empleados, inquilinos y peones.
A partir de aquella desigualdad agraria, la concentración de la riqueza fue expandiéndose a otros sectores económicos de explotación de recursos naturales como: la minería, que ha convertido a Chile en el mayor exportador de cobre del mundo.
Recientemente, la brecha social se expandió en las décadas de los 70 y los 80 durante el régimen de Augusto Pinochet con la creación de un modelo económico con poca regulación que permitió el surgimiento de grandes fortunas familiares.
El economista Osvaldo Larrañaga, afirma «La desigualdad a lo largo de la historia de Chile», la brecha aumentó con Pinochet a través de mecanismos como «la privatización de las empresas públicas, que pasan a ser propiedad de un número pequeño de grupos económicos, la supresión y represión de los sindicatos, y la conversión del estado benefactor en uno de carácter residual», entre otras medidas.
En el grupo de los millonarios de Chile, se encuentra Julio Ponce Lerou, el exyerno de Pinochet que se convirtió en el mayor accionista de la empresa SQM (Soquimich), una de las mayores productoras de fertilizantes, yodo y litio a nivel global, tras la privatización de la firma.
Con el retorno de la democracia en 1990, la pobreza y la desigualdad de ingresos disminuyeron en el país, aunque la riqueza permaneció concentrada en la punta de la pirámide, lo que fue una de las principales demandas durante el estallido social que comenzó en el país en octubre de 2019.
De esta forma fue como el tema de la brecha social se convirtió en parte fundamental del debate de la campaña electoral de las elecciones presidenciales, que le dieron el triunfo al izquierdista Gabriel Boric en 2021.
De qué se trata el «impuesto a los superricos»
El 11 de marzo Boric será en el nuevo presidente de Chile con un ambicioso programa de gobierno que incluye medidas como poner fin al actual sistema de pensiones, transformar el sistema de salud y agrandar los impuestos con la idea de crear un estado de bienestar.
Esa agenda «transformadora», que va a requerir una mayor recaudación fiscal, retará una serie de obstáculos como, la falta de una mayoría en el Congreso, un presupuesto limitado y un bajo crecimiento económico proyectado para 2022.

Para financiar sus planes Boric ha propuesto una reforma tributaria «con gradualidad y responsabilidad fiscal» que aspira a recaudar un 5% del PIB durante su mandato.
La reforma considera cambios en el impuesto a la renta para las grandes empresas, reducción de exenciones, impuestos verdes, royalties a las grandes mineras, medidas contra la evasión y la elusión, y un impuesto a la riqueza.
Éste último, conocido como el «impuesto a los superricos«, afectaría a alrededor del 0,1% de la población.
Falta de competencia en los mercados
En Chile y Latinoamérica existen niveles más altos de concentración de la riqueza ya que en algunos sectores son muy pocos los actores, asegura Luis Felipe López-Calva, director regional para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
«La riqueza nos preocupa cuando viene de rentas por falta de competencia, no cuando es riqueza productiva que genera bienestar para un país», apunta en diálogo con el portal BBC Mundo.
Anterior a la discusión que se avecina en Chile sobre cómo aplicar un impuesto a la riqueza, los especialistas han estado discutiendo sobre cuál es la mejor manera de gravar esos recursos.
Muchos afirman que lo más efectivo es crear un impuesto a las propiedades, dado que es muy complejo identificar dónde están los fondos invertidos en los mercados financieros internacionales. Otros consideran que es factible introducir un tributo que igualmente incluya a los flujos de capital.
«Gran parte de la riqueza es financiera», dice Pablo Gutiérrez, investigador de la Universidad de British Columbia, en Canadá, en diálogo con el portal BBC Mundo.
Motivado al argumento de que un impuesto a la riqueza incita una salida de capitales hacia otros países en los que los inversores pueden lograr mejores rentabilidades, el economista indica que las personas de alto patrimonio prefieren un país estable, en vez de arriesgarse a buscar retornos en países con ventajas tributarias, pero baja calificación de riesgo.
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