La semana pasada conversamos acerca de la fuerza que han adquirido los emprendimientos hogareños en Venezuela, país bastante golpeado por la crisis económica ya preexistente a la pandemia del Covid-19. Evidenciamos que, en efecto, esta práctica se ha vuelto una forma no ortodoxa de los golpeados habitantes por subsistir.

También dejamos abierto un tema que concierne a este  tipo de negocios tras las puertas de quienes no hacen más que buscar maneras alternas de hacerle frente a una hiperinflación de más del 55% en un solo mes (de acuerdo al Parlamento de ese país). Hablamos pues del canibalismo económico.

¿Qué es el canibalismo económico? Sencillo y puntual de responder: es el énfasis y el afán de vender, a como dé lugar, sin importar qué o a quién. Es una forma de querer, a buenas y a primeras, ejercer una suerte de ‘minimonopolio’ en una urbanización, residencia, zona, barrio o lugar. Y además, es la representación palpable de la ‘viveza criolla’.

El lema es lógico: No hay para nadie.

El hecho es que vemos, recelosos, cómo estos venezolanos han dejado de lado la necesaria solidaridad y en lugar de dar espacios para que todos puedan luchar por sobrevivir, se hacen de todo, se dañan entre si y buscan, en consecuencia, que todo dependa de ellos. Son, en efecto, una pequeña muestra del gobierno socialista de ese país. Una viveza criolla casi imborrable.

Pero va mucho más allá de ese llamado ‘minimonopolio’. Es que además de cortar espacios a otros, todo lo que comercian lo hacen a precios exorbitantes y lo más delicado es que se ven apoyados en la cuarentena obligatoria por el Covid-19 que en ese país ya ha infectado a más de 27 mil personas desde marzo.

Y siguiendo la línea de lo delicado, es que la mercancía que venden en sus hogares o puestos improvisados es adquirida a precios medianamente accesibles o compresibles. Adquieren mercancía con precios marcados por cadenas de supermercados, e incluso en locales mayoristas. Pero luego que ya la tienen y la colocan a la venta, el precio original es doblado, redoblado y hasta triplicado. Aquello de ayudarnos mutuamente, la ganancia prudente y razonable se olvida ¿A qué fin? No sabemos si buscar más ganancia o simplemente jugar con la necesidad de cada quien, lo importante es vender y ganar a costa del necesitado, ganar bastante ganar de mas a costa  del vecino, del amigo

Literalmente, todo se enfrasca en que, como es más cerca, más caro debe ser, más costoso debe salir y si te gusta, pues cómpralo; si no, “resuelve”. Una dura realidad. Dura, reprochable, criticable, deleznable y repudiable realidad. ¿Dónde queda la venezolanidad?

No está mal

Lo que queremos aclarar es que no está mal, en lo absoluto, querer emprender. La inflación, la crisis, la necesidad, el hambre, Venezuela en sí; hace necesaria la subsistencia económica a como dé lugar.

Pero lo criticado yace en que no es aceptable que quienes, valiéndose de la necesidad, omitan la humanidad que todos debemos tener y decidan aprovecharse, cual vivos criollos, de una precaria situación, empeorada por una pandemia y que no tiene luces de mejorar ni en el corto ni mediano plazo (hay quienes vaticinan que en el largo tampoco).

Lo criticamos y rechazamos que suceda de esta forma pues antes que nada, en tiempos pandémicos o de crisis, debe privar la consciencia ciudadana por el bienestar social. Y no es que seamos de izquierda. Es que somos humanos. Conocemos y vivimos la realidad.

Simplemente somos venezolanos…

 

@jherreraprensa

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