La dolarización es un hecho económico en donde todo lo que concierne al movimiento de dinero, fondos y pagos de un país se maneja con la moneda estadounidense. Es un proceso que han atravesado unos tantos países que, ante fuertes crisis, se acoplan a una medida un tanto drástica que les permite resurgir, a veces, desde los más bajos niveles.

En la historia han ocurrido muchos procesos de dolarización, varios de estos muy interesantes, sobre todo por la forma en cómo se han ejecutado. ¡Se han salvado economías gracias a ese billete verde tan criticado por los gobiernos revolucionarios!

Es un hecho clave. No se puede ignorar, pues la realidad es que básicamente todo se maneja en dólares, tanto que se ha manifestado en mercados e índices que controlan la economía mundial.

Tanta es la relevancia de la divisa estadounidense que se ha inmiscuido en naciones en donde gobernantes se han opuesto a su libre utilización. La satanización de Washington, Lincoln, Hamilton, Jackson, Grant y Franklin; ha sido una pieza clave para convertir la economía en una política irreversible de tendencias izquierdistas de las cuales hay ejemplos por montones.

Uno de esos ejemplos es Venezuela. Cuando el difunto presidente Hugo Chávez impuso los controles cambiarios comenzando el siglo XXI, la persecución de su gobierno hacia el dólar fue incesante. La tasa paralela (o llamado dólar negro) fue motivo suficiente para acusar y dañar a quien creyera en él. Ni la prensa podía publicarla. El control era absoluto, y la razón era clave: todo estaba relativamente bien en el país.

Pero pasó el tiempo y Venezuela entró en crisis…

Un civil, arraigado a la izquierda y seguidor de Chávez, de nombre Nicolás Maduro; tomó el poder tras el fallecimiento del líder socialista y luego el pueblo lo eligió democráticamente en 2013 para seguir gobernando la nación. Avanzaron los años y en 2017 todo colapsó: Llegó la hiperinflación, con ella la escasez y el fusilamiento del poder adquisitivo. El salario mínimo pasó de ser uno de los más competitivos del mercado al más bajo en América Latina (actualmente, por debajo del dólar). El panorama de la otrora nación petrolera rica se oscureció. Un nubarrón marcado por la corrupción, la desinversión, la dependencia económica basada en el crudo y, claro, sanciones; borraron del mapa a ese país que llegó a tener una de las economías más fuertes de todo el hemisferio.

Pero la idiosincrasia pudo más. Entre 2019 y 2020, los venezolanos, ya golpeados y arrastrados por una enorme crisis, decidieron salir adelante, impulsados por la economía que, como un ser vivo, decidió surgir de entre las cenizas. Un ecosistema bello del cual derivarán estudios que mostrarán qué tan necesaria se hace la noción monetaria para la subsistencia del ser humano.

¿Pero qué pasó? Tal como en otros países, llegó la dolarización. El dólar comenzó a incursionar en la economía. Primero en bajas cantidades, luego fue moderándose y actualmente, básicamente todo en Venezuela se maneja con la divisa estadounidense. Los padres fundadores de los Estados Unidos parecieran haber llegado a salvar a la bolivariana nación prócer de la independencia de las Américas.

Y es tanto que la política del difunto Chávez quedó atrás. Maduro, en una búsqueda por mantenerse en el poder (a pesar de las múltiples desestabilizaciones que ha sufrido su gobierno), dejó de perseguir el dólar (como su predecesor) y vio en el billete verde una “válvula de escape”. Así mismo lo dijo él en una entrevista.

Todo ahora puede ser cotizado en dólares. Lo que en un momento fue solamente para inmuebles o bienes; ahora pasó a ser hasta para golosinas. Absolutamente todos los rubros en la Venezuela del 2020 se cotizan en dólares.

¿Y esto está bien? Sí, claro que sí. Por supuesto que sí. En términos de economía, claro. A nivel social (o de consumidores) la historia cambia. Justo en este punto la preciada dolarización, que para la economía venezolana ha servido como una bombona de oxígeno, se vuelve falsa, mentirosa y hasta hipócrita.

¿Pero por qué aseveramos con tal propiedad? Es algo sencillo y sumamente criticable: En la Venezuela chavista y bolivariana, de izquierda y socialista, en donde el dólar es pieza clave para que se evite el colapso de la economía; los dólares doblados, rayados, algo rotos o simplemente usados, son rechazados por los comercios, consumidores, Pymes y hasta por el ciudadano de a pie. ¡Existe aversión por el único instrumento que ha salvado a la economía de la debacle!

Es una dolarización falsa, sin más ni menos, pues no hay motivo real o que haga comprender el por qué se suelen rechazar los billetes que presentan imperfecciones. Pareciera, incluso, que la lógica faltase en quienes viven en el país, pues es claro que, a no ser que sea por canales irregulares, nunca en Venezuela habrá piezas de dólar recién impresas por la Reserva Federal. ¡Una dolarización formal es imposible con el gobierno de Maduro! Ellos mismos, además, lo han llegado a manifestar.

Lo peor del tema es que ese condicionamiento para el manejo del dólar no existe en otros lugares que adoptaron la divisa como moneda primordial. En otros países, pudiéramos decir, existe la consciencia de que no importa cuán arrugado pueda estar un billete: su valor seguirá siendo el mismo.

Lo lógico, claramente, es que tampoco se acepten billetes cortados y unidos con pegamento o cinta adhesiva; pero tampoco que haya exigencia de perfección en un instrumento que, como ya dijimos, ha fungido de salvavidas para la moribunda economía venezolana.

En simples palabras: se trata del sentido común.

Y si comparamos la situación más a fondo con la dolarización o uso del dólar en otros países, tendríamos que extendernos mucho más; por lo que, a fines de comodidad, lo dejaremos para otra entrega.

@jherrereprensa