Venezuela está en crisis económica desde hace bastante tiempo. Eso ya se conoce y se ha estudiado en profundidad. Las estimaciones económicas para el país caribeño no son alentadoras y, al contrario, causan temor en cualquiera que conozca y viva el tema económico desde primera mano.

Los habitantes de ese país también lo saben. De hecho, han sobrevivido a esa profunda crisis, que pareciera no tener fin, de formas no ortodoxas, en un claro ejemplo de que la economía, en efecto, es un cuerpo vivo capaz, por sí mismo, de subsistir aun en las más precarias condiciones.

La dolarización no oficial en Venezuela forma parte de esa subsistencia económica, pues todos los productos, por más sencillos que sean, son cotizados en la moneda estadounidense. Esto evidencia una pequeña mejora, pero no para el gobierno actual en el país, sino para los habitantes que, por supuesto, son los más afectados por lo que algunos llaman “la otra pandemia”.

Y hablando de pandemia… En medio de la expansión globalizada del Covid-19, esos mismos ciudadanos, empobrecidos y sobrevivientes a una economía fallida, lograron ubicar formas que medianamente los ayude a subsistir en medio de tanto caos. Los emprendimientos hogareños, como bandera, salieron a relucir con más énfasis este último año.

Si nos vamos a las redes sociales, vemos que la mayoría de los ciudadanos venezolanos están vendiendo algo. El tema es que varía. Hay quienes venden artículos ya procesados, como teléfonos, ropa, zapatos y accesorios; pero hay quienes apostaron por tomar un poco de dinero, invertirlo y emprender. Estos son los más atrevidos, porque son capaces de poner en venta cualquier artículo para tratar de hacer algo de dinero que les permita sobrellevar la cuarentena.

El emprendimiento, en este caso, se ha convertido en un arma poderosa por parte de los venezolanos, pues les permite no solo lidiar con el confinamiento y el aumento constante de casos de coronavirus; sino que facilita y abre las puertas a estimaciones de negocios. El tema es que, aun con esa constante crisis, se sigue manteniendo la esperanza entre los habitantes, por lo que resulta común escuchar a quienes aspiran, dentro de todo, con que este esfuerzo les permitirá tener locales, negocios y emprendimientos mejor parados.

 

Pero, ¿por qué ese auge de emprendimientos hogareños en Venezuela? La respuesta puede ser tan corta como tajante: no hay Estado.

Sí, no lo hay. Sucede que a diferencia de otros países de la región, donde los gobiernos han aplicado paquetes de estímulos para apoyar a los ciudadanos; en Venezuela el tema es bastante complicado pues, a juicio de la administración socialista que gobierna en ese país, existe un bloqueo económico por parte de Estados Unidos que les impide poder darle el sustento adecuado a las personas; y en contraparte, otorga los llamados “bonos”, a través de una plataforma digital, que no llegan a los $2, calculados al precio establecido por el Banco Central venezolano.

Esta situación, sumada a la pandemia, más la crisis económica antecesora, la baja y escasa producción petrolera (principal sustento del Estado venezolano), las sanciones que ciertamente elevan la presión sobre la población y el simple hecho de no tener una luz al final de túnel; genera dos cosas: o emprendes o te vas. Pero como es imposible irse de Venezuela por el coronavirus, entonces surge la necesidad de buscar dinero, de hacer algo por sobrevivir. Ahí entran los emprendimientos.

Sin embargo, el auge de los emprendimientos hogareños ha traído consigo un tema igualmente delicado. Se trata del canibalismo económico, ya que se evidencia que, en efecto, ciudadanos se “comen” entre ellos, algo que también pasa entre los empresarios. Precios, ventas y ofertas forman parte de esta práctica.

El tema es que sucede ante la mirada complaciente del Estado, por el simple hecho de emprender para buscar o pretender alcanzar una mediana estabilidad.

La idiosincrasia del criollo se ha hecho notar.

De esto hablaremos en otra edición…

 

@jherreraprensa