La inflación está golpeando al mundo entero derivado a la pandemia: el efecto rebote de la demanda y los desajustes aun en las cadenas globales de suministro. El debate se concentra en establecer cuánto durarán los estragos de la dinámica inflacionaria.

La terminación generalizada es que se trata de un dolor temporal y no merece la pena sacar todavía las armas. Sin embargo, por los momentos en México todo parece indicar que el banco central escalará la semana que viene, la tasa de interés por quinta vez en lo que va de año. Será la última decisión del actual equipo directivo, que en enero pasará el relevo a Victoria Rodríguez Ceja, la ultima apuesta de Andrés Manuel López Obrador, rodeada de incertidumbre por su falta de experiencia en política monetaria.

El récord del índice de precios en México (7,3%, el más alto desde 2001) está conectado con los picos también en Europa o EE UU, donde no se registraba una inflación tan alta desde hace más de treinta años. En las dos grandes plazas sobresale actualmente la cordura. Ni el Banco Central Europeo (BCE) ni la Reserva Federal (Fed) han tocado de momento los tipos de referencia ni los programas de estímulos por miedo a afectar a la incipiente recuperación de la economía tras la pandemia. La semana que viene, en todo caso, la Fed sí puede empezar a echar el freno con una reducción progresiva de la compra de bonos. Principalmente cuando el mercado laboral volvió a mostrar signos de fortaleza: las demandas de desempleo se derribaron a niveles jamás vistos desde 1969.

Por consiguiente el compartir las mismas causas del brote inflacionario, el panorama en México es algo diferente. El Gobierno de López Obrador ha sido uno de los más moderados en reaccionar con dinero público el golpe del covid-19, a pesar que la recuperación económica marcha a un ritmo más lento. Luego de levantar cabeza a mitad de año, el PIB del tercer trimestre registró una nueva caída (0,4%), además, una cifra mayor de lo esperado por el mal ejercicio del sector servicios, motor clave con la reapertura de establecimientos tras los peores momentos de la pandemia y con un mercado de trabajo que todavía no ha logrado absorber las salidas provocadas por la crisis.

Este es el escenario con el que se va a encontrar la nueva gobernadora del Banco de México. El economista jefe del BBVA en México Carlos Serrano, anuncia “Estamos en un entorno sumamente complicado”.

“Además, dada la naturaleza de los choques, la política monetaria es mayormente inefectiva. Ante los cuellos de botella en la distribución de insumos y mercancías hay poco que los bancos centrales puedan hacer directamente. Conviene más bien ser cautos, utilizar la comunicación para explicar que no estamos ante una subida de precios por cuestiones estructurales. Y apretar en la política monetaria solo si no se cumplen las expectativas porque acciones demasiado restrictivas desacelerarían la recuperación económica”, afirmó.

De acuerdo al incremento que ya supera por más del doble la meta del 3% fijada por Banxico, el organismo ha llevado a cabo una subida paulatina de tasas que con mucha posibilidad culmine la semana que viene con un nuevo aumento hasta el 5,25%. Asimismo los riegos de que unas tasas cada vez más altas supongan más palos en la rueda de la recuperación, están justificados en que México no está sufriendo un calentamiento de la inflación por una demanda creciente del crédito, sino que es todo lo contrario. Hasta la mitad de año, el crédito nuevo cayó un 3% según datos del propio Banxico. Una subida de defensas desincentivaría aún más el crédito, uno de los grandes retos pendientes del país.

De la misma manera, parece lejos el peligro de que las alzas de precios se trasladen a los salarios, como si puede ocurrir en EE UU, generando un círculo vicioso que se retroalimenta. “Pese a las subidas recientes del salario mínimo, los sueldos en México se había desplomado durante las últimas décadas por lo que hay espacio más que suficiente. Además, el mercado laboral sigue siendo débil y no se ha recuperado del todo”, añade el economista jefe del BBVA, Carlos Serrano.

Las proyecciones globales son que la presión inflacionaria vaya bajando a medida que los puertos y otros centros logísticos vuelven a operar a pleno rendimiento y la demanda energética se estabilice tras el efecto rebote. A mediados de julio o junio del 2022 las aguas deberían haber vuelto a su cauce. El consenso del mercado también anticipa que el año que viene en México se registrará una reducción de la inflación de casi la mitad (4%), más cercano a la meta del Banco de México.

La Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), José Luis de la Cruz, encargado de asuntos económicos, igualmente indica sobre de las limitaciones de las políticas monetarias para atajar la situación. “Necesitamos nuevas formas de política económica como aumentar la productividad, la mejor herramienta para amortiguar la inflación y no estar tan expuestos a los vaivenes de los precios internacionales”, concluye.