La marca de cerveza holandés Heineken afirmó este lunes que ha decidido abandonar su negocio en Rusia, con un coste previsto de 400 millones de euros (438 millones de dólares), luego de haber comentado con anterioridad que solo suspendería sus nuevas inversiones y exportaciones al país.

La compañía se suma a la gran lista de marcas occidentales que están cerrando sus negocios en Rusia tras la invasión de Ucrania, y es posible que la decisión de Heineken acreciente la presión sobre su rival danesa Carlsberg, propietaria de la mayor cervecera rusa, Baltika.

«Hemos llegado a la conclusión de que la propiedad del negocio de Heineken en Rusia ya no es sostenible ni viable en el entorno actual«, informó la compañía en un comunicado, agregando que no se beneficiará de ninguna transferencia de propiedad.

El gigante cervecero es el tercer fabricante de cerveza en Rusia, donde posee las marcas locales Bochkarev, Okhota y Tri Medvedya. La compañía afirmó que espera un «traspaso ordenado» y que prolongará el negocio con operaciones reducidas durante un periodo de transición para minimizar el riesgo de nacionalización.

Asimismo, subrayó que garantizará los salarios de sus 1.800 empleados rusos hasta fines de año y que espera cargos por valor de unos 400 millones de euros.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha solicitado a las empresas internacionales a abandonar el mercado ruso luego de que Moscú lanzó lo que denominó su «operación militar especial» contra su vecino.

A pesar de que Heineken es un actor importante en el mercado ruso, sus ventas en este país sólo representan el 2% del total de la empresa. A las 1057 GMT, las acciones subían un 0,69%, a 88,06 euros en Ámsterdam.

Carlsberg, con una cuota de mercado local del 27,3%, continúa vendiendo cerveza bajo la marca Baltika, sin embargo, a principios de mes comunicó que inició una revisión estratégica de su negocio en el país y que suspendía la fabricación en Rusia de su marca de cerveza homónima.