Las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela podrían dar un giro de 360 grados si Washington logra romper los estrechos vínculos comerciales entre el país sudamericano y el gobierno de Moscú.

La administración del presidente Joe Biden estaría en disposición de levantar las sanciones económicas y restablecer de forma paulatina el intercambio comercial con el gobierno de Nicolás Maduro, a cambio de recibir los miles de barriles de petróleo que ha dejado de adquirir de Rusia.

Como consecuencia de la guerra entre Ucrania y Rusia, y las sanciones económicas impuestas por Biden a las ventas de petróleo y gas ruso a los EE.UU., Venezuela es ahora la nación más codiciada por Washington para conseguir esos combustibles.

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Sería una forma para que las puertas del progreso se abran repentinamente para Venezuela, si vuelven los “petrodólares” a la nación bolivariana.

Conociendo la costumbre de negociación ventajosa de Washington, es casi seguro que el jefe de la Casa Blanca tiene bajo la manga una o varias condiciones básicas que el gobierno de Maduro debería de cumplir antes de llegar a un acuerdo en ese sentido.

Entre ellas, la más especulada, es el apoyo público de Venezuela a la política de sanciones y bloqueo comercial impuesto por EE.UU. al presidente de Rusia, Vladimir Putin, lo que significaría un rompimiento de relaciones con el gobierno de Moscú.

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Será muy difícil que Maduro se distancie con Putin y su gobierno, que ha sido uno de sus mejores aliados en las peores crisis políticas y económicas.

Por culpa de las sanciones impuestas por Washington, Venezuela no ha logrado salir de una hiperinflación, con la consecuente escasez de alimentos, medicinas, mercancías y grandes pérdidas a la petrolera PDVSA.

Las sanciones económicas y restricciones contra Maduro y su gobierno comenzaron en la administración de Barack Obama (2009-2017), apoyándose en la “Ley de defensa de derechos humanos y de la sociedad civil de Venezuela”, que entró en vigor el 18 de diciembre de 2014.

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Una ley usada para imponer sanciones especificas a individuos supuestamente responsables de violaciones de los derechos humanos durante las protestas callejeras que se escenificaron en esa nación en 2014.

Según reportes, 43 personas murieron y más de 450 resultaron heridas durante los disturbios de febrero de 2014.

Otra oleada de protesta contra el gobierno de Maduro generó más de 100 muertos y centenares de heridos en 2017, haciendo de Venezuela un país en situación difícil.

Ante estos hechos, las sanciones fueron severamente ampliadas en la administración de Donald Trump (2017-2021).

Luego de nueve años de crisis política y económica por culpa de Washington, sin lograr sacar a maduro del poder, una recompensa de $15 mil dólares por la cabeza del presidente venezolano fue emitida en el gobierno de Trump.

La orden de captura de Maduro fue emitida por el Departamento de Justicia de EE.UU. el 26 de marzo de 2020, bajo la acusación “narcoterrorismo”.

Un año antes, en enero de 2019, el gobierno de Washington y cerca de 50 países aliados, habían apoyado la proclamación del opositor Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela.

Resistencia de Maduro

Maduro jugó a la resistencia frente a quienes se levantaron contra su administración, zigzagueando obstáculos e inconvenientes de todo tipo que amenazaban con el descalabro de su gobierno.

Sin embargo, éste ha logrado mantenerse en el poder con el control territorial, político y militar de su país, y el sostenimiento de su alicaída industria petrolera.

Además de la Unión Europea, entre los países que imitaron a los gobiernos demócratas y republicanos de EE.UU. con sanciones a Venezuela y sus funcionarios están Canadá, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Suiza, Curazao, Reino Unido, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía.

“Está claro, público, notorio y conocido que Venezuela, es centro de una guerra mundial del imperialismo norteamericano y sus satélites, pero nos queda fuerza para muchos años”, expresó Maduro ante la Asamblea Nacional Constituyente al juramentarse como presidente para un segundo período de seis años.

¿Cuál sería la formula de Washington para lograr zanjar las diferencias entre ambas naciones después de tantos años de bloqueo económico, embargos financieros y congelamiento de cuentas bancarias a Maduro, a funcionarios civiles y militares venezolanos?

La invasión rusa en Ucrania podría abrir la oportunidad al gobierno de Venezuela de retornar al progreso que vivió en sus mejores tiempos durante el primer período de gobierno del expresidente Carlos Andrés Pérez (1974-1979).

Esa bonanza económica se produjo luego que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) prohibiera en octubre de 1973 la exportación del crudo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur, que enfrentó a Israel, Siria y Egipto.

La falta de un mayor ingreso de petróleo y sus derivados a los EE.UU., sigue aumentando los costos de gasolina, gas, electricidad, productos comestibles, mercancías, transporte marítimo y comercial.

La administración Biden, en un acto fuera de toda coherencia política, envió a Venezuela una comisión de alto nivel el pasado 5 de marzo, para que se reuniera con el presidente Maduro en el Palacio de Miraflores.

El presidente Nicolás Maduro tiene la oportunidad de poner a prueba su capacidad de negociación en esta nueva coyuntura política que puedan satisfacerlos intereses de ambas naciones, por el bien de su país y de todos los venezolanos.

Fuente: Rafael Gómez.