La recuperación económica puede crear diferentes dolores de cabeza a la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. Tendrá que recurrir a un plan de compra de bonos anterior a la pandemia para ayudar a la todavía frágil economía de la zona euro después de que termine el programa de compra de activos de emergencia. Ello podría reavivar el debate sobre la flexibilidad del banco central.

Con información de CincoDías/ElPaís

El BCE está comprando actualmente unos 65.000 millones de euros al mes en bonos a través de su programa de compras de emergencia pandémicas (PEPP, por sus siglas en inglés), de 1,9 billones de euros, que expira en marzo. La mejora de los datos de crecimiento e inflación hace que Lagarde pueda tener dificultades para conseguir el respaldo para una prórroga de un plan que es mucho más flexible que su programa de compra de activos anterior a la crisis, llamado APP. Pero una caída repentina de las compras mensuales desestabilizaría los mercados y haría subir los costes de los préstamos lo suficiente como para poner en peligro la recuperación. Por lo tanto, tendrá que aumentar el APP, que actualmente absorbe 20.000 millones de euros al mes, principalmente de bonos del Estado.

Ello conlleva sus propias dificultades. El APP permite al BCE comprar no más de un tercio de los bonos en circulación de un país, y Pictet Wealth Management estima que el banco central puede poseer ya alrededor del 28% de la deuda pública alemana. Según Pictet, un aumento del APP hasta, por ejemplo, 40.000 millones de euros, podría llevar al BCE a alcanzar su límite autoimpuesto de deuda emitida por la mayor economía de Europa a finales de 2023.

Es cierto que la Unión Europea emitirá 800.000 millones de euros para financiar su fondo de recuperación, por lo que Lagarde siempre podría comprar más deuda supranacional. Pero si reduce sus compras de bonos alemanes, también tendrá que reducir proporcionalmente sus compras de títulos italianos y de otros países para cumplir con una norma diferente del APP que exige que la composición nacional de las compras refleje el tamaño relativo de la población y el PIB de los países.

El riesgo es que el BCE se vea obligado a reducir las compras de deuda soberana incluso si la economía de la zona euro se ralentiza, lo que perjudicaría a sus Estados más débiles. La deuda de Italia, por ejemplo, superará probablemente el 150% del PIB, y su tasa de desempleo seguirá siendo del 11,2% en 2026, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, cualquier intento de cambiar o anular las normas del APP podría desencadenar la oposición dentro del Consejo de Gobierno del BCE, y tal vez desafíos legales desde fuera. Para Lagarde, el final de una crisis puede abrir la puerta a otra.