Las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la producción y el consumo de energía podrían volver a acercarse a su máximo anterior a la crisis de covid-19 este año, cuando la demanda mundial de los combustibles fósiles se ha reanudado.

Así lo advierte la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que destacó que luego de una baja histórica de 5,8% en 2020 por la pandemia, las emisiones relacionadas con la energía deberían repuntar un 4,8% este año (+1.500 millones de toneladas, hasta 33.000 millones).

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“Esto es una sombría advertencia de que la recuperación económica tras la crisis de covid no es hasta ahora sostenible para nuestro clima”, dijo el director de la AIE, Fatih Birol, en un comunicado, reseña la AFP.

Está previsto que el incremento en la demanda de todos los combustibles fósiles sea significativo, sobre todo del carbón, que es el mayor emisor de todos.

La demanda de carbón crecería un 4,5%, superando su nivel de 2019 y acercándose a su máximo de 2014. Además, que su crecimiento, impulsado por el sector eléctrico, será un 60% superior al de las energías renovables (que también crecen).

En cuanto a las energías renovables, se calcula que la producción de electricidad crezca un 8% para proporcionar alrededor del 30% de la electricidad mundial (frente a menos del 27% en 2019), indica el comunicado.

“A menos que los gobiernos actúen rápidamente para empezar a reducir las emisiones, es probable que nos enfrentemos a una situación aún peor en 2022”, indicó Birol.

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