El Orden Mundial, después de prácticamente estar expresado en la llamada guerra fría, desde la segunda guerra mundial, a partir de la década de los 90 hasta la actualidad, se está moviendo a una velocidad vertiginosa, se han presentado una serie de eventos que han ido dibujando unos comportamientos en los países y ya se empiezan a ver los indicadores de lo que podría ser una reconfiguración de poderes.


Una vez finalizada la guerra fría con la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S), los Estados Unidos de América, pasaron a liderar de manera hegemónica, las relaciones Políticas y Económicas a nivel mundial, marcando la pauta y dictando directrices de orden político y destacando el modelo económico de libre mercado y la globalización, como las formas de hacer economía.

Estados Unidos, pivotado en sus aliados naturales como lo son Japón, Canadá, Israel y la Unión Europea en su momento, no tuvieron necesidad de ir a conquistar los espacios abandonados por URSS, sino que fueron estos territorios quienes se plegaron sin condicionamientos a las políticas implementadas, tanto sociales como económicas, por el ahora Líder Absoluto.

Pero lo que parecía iba a definirse por mucho tiempo como un modelo único, empezó a mostrar también sus debilidades, en especial cuando continuó con un fuerte desarrollo de la carrera armamentista, la cual por supuesto generó muchos dividendos económicos para sus aliados y para sus empresas dedicadas a este fin.

En los primeros años de esa última década del siglo XX se alimentó la creencia, que el orden que tomaba forma entonces, iba a propiciar una nueva era de paz duradera y de cooperación y prosperidad sin precedentes en el marco de leyes e instituciones internacionales eficientes, a la cabeza del cual estaría la ONU, todo bajo la protección del hegemón mundial indisputado: Estados Unidos de América. Sin embargo, las cosas no resultaron así.

Existieron realidades que marcaron la historia contemporánea, ejemplo de ello lo son: el ataque a las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001, estos hechos decantaron una guerra contra el terrorismo, la cual terminó con la caída del gobierno Talibán en Afganistán y el posterior posicionamiento de USA, en esa difícil región.

A ese acontecimiento, al poco tiempo debemos agregarle otro evento, el cual fue la posterior invasión y guerra contra Irak, teniendo por objetivo derrocar el gobierno de Sadam Hussein y sus aliados internos; pasando a ser una República Parlamentaria, y quedando bajo la custodia del circuito geopolítico norteamericano.

Posteriormente, se desarrolló entre los años 2010-2013, la denominada “Primavera Árabe”, que trajo un reacomodo desde el punto de vista político, en muchos países ubicados en esa parte del globo terráqueo, destacándose la caída del gobierno en Túnez, la guerra civil entre los clanes de Libia y posterior derrocamiento y muerte del Líder del gobierno Muamar el Gadafi y los levantamientos en Egipto contra el entonces presidente Hosni Mubarak, que trajo consigo un cambio de gobierno.

En paralelo, los circuitos económicos no se detenían, y otros países aceitaban sus maquinarias productivas, posicionándose como proveedores confiables y de calidad, de esta manera, también empezaban a hacer sentir sus pisadas, en el Orden Mundial establecido, alterando su dinámica de funcionamiento.

Al ver la gráfica, podemos preguntarnos: ¿Cómo está organizado el mundo a principios de la segunda década del siglo XXI?

Podemos decir que, desde un punto de vista ideológico, el fin de la Guerra Fría marcó el triunfo del capitalismo, la entronización de la democracia occidental y la derrota del sistema comunista. En ausencia de una alternativa viable, la democracia occidental fue proclamada como la norma universal de organización y convivencia política, y el mercado como el mecanismo indisputado de agregación social y el principio supremo de coordinación productiva en países de todas las latitudes.

De igual manera, el reordenamiento del mapa mundial que había prevalecido desde 1945, la proliferación de nuevos Estados-nación y la aparición de nuevos poderes hegemónicos regionales como Alemania (en Europa) y Turquía (en el Cáucaso y Asia Central). Como consecuencia, el número de Estados (miembros de la ONU) se incrementó de 150 en 1979 a 180 en 1992

Como lo señaló el autor Phil Stephens (2008), en su escrito en el Financial Times «Globalisation and the new nationalism collide», la globalización es instigada por las naciones más ricas como un instrumento para construir un orden global en el que puedan preservar su posición privilegiada. En cambio, el nacionalismo es una fuerza alimentada por las potencias emergentes, principalmente China y la India, las cuales nunca se han sentido parte del orden multilateral diseñado por Occidente y por lo tanto son reticentes a ver su soberanía mermada bajo dicho orden.

En este orden de ideas, vemos como Asia, representado por China e India, está ascendiendo rápidamente, traduciéndose en poderío político y económico, de igual manera Rusia, se muestra al mundo con un gran poderío militar, redibujado desde la caída del sistema comunista soviético y poniendo sus recursos petroleros y gasíferos a la orden de la vieja Europa.

¿Y cuál papel está jugando Europa? Pareciera que cada vez su peso es menor en el escenario global, está fuera de esta ecuación, actuando a regañadientes como caja una de resonancia de las políticas de Washington y debatiéndose entre su subordinación irracional a Estados Unidos y la necesidad de ser consecuente con sus intereses, abriéndose a la cooperación con China y Rusia.
Por otro lado, también está en juego el acuerdo comercial China-UE (Ruta de la Seda) ampliamente beneficioso para ambas partes, sobre todo después que China desplazó a Estados Unidos como principal socio comercial de la Unión Europea.

Aunque no ha sido tan fácil, ya que los dos últimos presidentes norteamericanos, Trump y Biden se han opuesto al gasoducto Nord Stream 2, cuya fuente de producción se encuentra en Rusia, y que le proveerá gas a mitad de precio del que le vende Estados Unidos, pero como les dijo la Canciller Merkel en su momento,” esto es un proyecto privado”, demostrando un poco de irreverencia y ante la inminente culminación del gasoducto, la cual fue alcanzada el pasado 10 de septiembre de 2021.

De igual manera, hay que destacar que esta nueva reconfiguración, les ha dado un peso específico a las economías emergentes, mayormente ubicadas en el sudeste asiático, en una vasta extensión territorial que incluye también a Australia y Nueva Zelanda, quienes forman parte de ese circuito económico, que se está desarrollando al este del mundo y donde los mercados y las diferentes bolsas, pareciera que empiezan a marcar los latidos de los nuevos rumbos económicos del mundo.

En este sentido, pareciera que existe un desplazamiento del poder de Occidente a Oriente de manera acelerada y con una tendencia irreversible, pero no se lo crean todo, ni piensen que este paso va a ser tan fácil, Estados Unidos y sus aliados, todavía tienen muchas cartas que jugar y aunque existen dos tendencias claramente definidas, una que apuesta a seguir la política armamentista, la cual siempre le ha dado buenos resultados y otra que busca, sin perder su poder hegemónico, permitir el espacio para que otros países hagan presencia en el Orden Mundial, esperemos a ver por cual línea se deciden.

En resumen, el Ajedrez Geopolítico mundial, tenemos que reconocer que se está jugando con la vista puesta en el futuro cercano, las apuestas están claramente definidas a continuar con el unilateralismo o buscar en la multipolaridad la opción, en la cual muchos ven la posibilidad de un mundo más ecuánime.