Tras la pandemia de coronavirus, las finanzas públicas de los gobiernos de todo el mundo se han visto sometidas a tensiones. Los déficits fiscales se han disparado, al igual que la deuda. Mientras que la crisis sanitaria ha obligado a dejar de lado la prudencia fiscal, los gobiernos pronto tendrán que enfrentarse a la realidad de recortar su pila de deuda para no arrastrar la inversión privada.

Una recuperación económica, aunque tenue, está tomando forma y esto significa que las medidas sin precedentes adoptadas en respuesta a la pandemia deberían suavizarse lentamente. Se está prestando suficiente atención a la retirada de las políticas monetarias laxas en todos los países, tanto avanzados como emergentes, por la posibilidad de que se intensifiquen las presiones inflacionistas. Dicho esto, la política fiscal también tendría que reducirse.

A diferencia de las economías avanzadas, las economías de mercado emergentes (EME) se enfrentan a un camino más difícil para la consolidación fiscal. El Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene algunas recomendaciones sobre cómo las EME pueden arreglar su deuda sin perturbar sus respectivas economías.

Los datos del fondo muestran que la deuda de las administraciones públicas de las EME aumentó hasta el 64,3% del producto interior bruto (PIB) en 2020 desde el 54,7% del año anterior. Pero dentro de este grupo, algunos países mostraron un aumento más pronunciado. Por ejemplo, la deuda pública de Brasil aumentó hasta el 98,9% del PIB desde el 87,7%. El país es uno de los más vulnerables dado que su pila de deuda fiscal era grande para empezar incluso antes de la pandemia. Además, la expansión de la deuda es elevada y la economía se enfrenta a un aumento de la inflación. El banco central de Brasil ya está en modo de ajuste. La deuda pública de la India ocupa el segundo lugar, con un 89,6% para 2020, y se espera que siga aumentando hasta el 90,6% en el año en curso. Otros países, como China, América Latina y México, tienen una pila de deuda pública comparativamente menor. Dicho esto, la pila de deuda por sí sola no indica vulnerabilidad. La financiación de la deuda pública y el grado de exposición a los mercados extranjeros son cruciales en este caso. Por ejemplo, la pila de deuda de la India es enorme, pero la dependencia de los inversores extranjeros para financiarla es bastante baja. Eso amortigua al gobierno sobre el coste de la financiación, aunque la necesidad de que el banco central apoye a los mercados nacionales puede plantear su propia cuota de problemas.

El FMI advierte que es necesario reducir la deuda pública, ya que la financiación de los niveles de endeudamiento sería un reto, puesto que los tipos de interés mundiales están preparados para subir de aquí en adelante. En este sentido, el Fondo destacó que la credibilidad fiscal es crucial para que los gobiernos obtengan la flexibilidad y el tiempo necesarios para mejorar sus finanzas. «Cumplir con las obligaciones de la deuda -y que se espere que lo hagan- es esencial para asegurar la financiación. Subir los impuestos y llevar a cabo los planes de gasto de forma predecible también ayuda a reducir la volatilidad a la que se enfrenta el sector privado», dijo el FMI en su monitor fiscal. El Fondo aconseja que se comunique a los mercados un marco fiscal claro con objetivos fiscales a largo plazo.

Otra forma de reforzar la credibilidad fiscal es evitar los déficits ocultos y contar con previsiones fiscales basadas en supuestos pragmáticos. Una revisión independiente del marco fiscal también contribuiría a la credibilidad, dijo el fondo. En resumen, los gobiernos deben ser honestos en cuanto a su trayectoria fiscal y someterla al escrutinio.

El Fondo también señaló que las EME no deberían tener prisa por recortar sus saldos fiscales hasta alcanzar los niveles anteriores a la pandemia y que deberían seguir un camino calibrado. «En los casos en los que sea deseable preservar y reconstruir las reservas, el momento y el ritmo de reducción de los déficits deben considerarse cuidadosamente», dijo el Fondo. Añadió que una política monetaria acomodaticia podría facilitar la transición a una política fiscal más estricta.