Javier Monasterio, un ganadero de Santa Cruz, en la zona baja de Bolivia, está sintiendo el impacto económico de semanas de protestas y bloqueos desde el dramático arresto del gobernador regional, que ha afectado el transporte interno de granos y carne.

Las tensiones se desataron por la detención del líder electo de Santa Cruz Luis Camacho el mes pasado por un presunto golpe de Estado en 2019 contra el entonces presidente Evo Morales, un complejo período de la historia boliviana que divide opiniones.

Las protestas contra el Gobierno central han provocado el incendio de edificios y coches, mientras los bloqueos han impedido el transporte de carne y granos desde la región productora clave del país, en un intento de líderes locales por presionar a la ciudad de La Paz mediante la reducción del suministro.

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La tensión dejó en pausa los planes de Monasterio de duplicar el número de ganado en su hacienda, pero está seguro de que la región necesita resistir lo que muchos localmente ven como un ataque político de La Paz.

«Es un movimiento de la esencia del pueblo y como tal nosotros tenemos que respetar y consideremos que los costos en los cuales nosotros estamos incurriendo, por esta situación, el día de mañana nos va a compensar, porque queremos tener un mejor país», dijo Monasterio en su hacienda.

«Entonces, vale la pena el sacrificio, vale la pena sufrir, vale la pena (…) van a pasar, vamos a vencer, éste tiene que ser un mejor país, lo vamos a lograr», agregó mientras observaba su ganado.

Las tensiones subrayan una profundización de una rivalidad entre Santa Cruz y La Paz -el centro agrícola y la capital política de Bolivia, respectivamente-, que se han enfrentado durante años por temas políticos y de recursos.

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Santa Cruz es una región conservadora y católica con una comunidad significativa de habitantes blancos de origen europeo. La Paz es un bastión andino con una amplia población indígena que tradicionalmente se ha inclinado por el partido socialista gobernante MAS.

El Gobierno de La Paz afirma que el arresto de Camacho fue justo por provocar protestas como líder cívico en 2019 que llevaron a la renuncia de Morales bajo una presión generalizada y dieron paso a un divisivo Gobierno interino de derecha. Camacho niega los cargos.

Después de ganar las elecciones en 2020, el partido MAS de Morales, ahora encabezado por su exjefe económico Luis Arce, volvió al poder y ha ido tras rivales, incluyendo a Camacho y a la presidenta interina Jeanine Añez, quien también está presa.

El ministro de Economía, Marcelo Montenegro, dijo que Santa Cruz tendría dificultades para ejercer presión sobre la capital política, argumentando que, si bien es un productor clave de alimentos, otras regiones podrían tomar la posta y que necesita subsidios a los combustibles, además de compradores domésticos.

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«Es una apuesta muy compleja. Pero entendemos que, si hay racionalidad económica, pues se va a apostar a que esto no sea con esa beligerancia y van a tener que, de alguna manera, volver a depender del consumo nacional», dijo Montenegro.

El enfrentamiento entre ambas ciudades ha provocado llamados en Santa Cruz a un modelo federal para tener más autonomía y algunos grupos más extremos incluso han demandado la independencia. Muchos están decididos a seguir con las protestas.

«Nos vamos a levantar con nuestra fe, así como fue el 2019, cuando tuvimos esa crisis lamentablemente en nuestro país», dijo Víctor Hugo en una iglesia en Santa Cruz, una región donde la iconografía cristiana es prominente tanto en las calles como en las oficinas de grupos cívicos locales.

«Hoy se viene nuevamente esto (la detención de Camacho) como un atropello, pero nuestra fe es lo último que podemos perder, fe y esperanza», concluyó.

Fuente: Reuters.