El cese de las importaciones energéticas procedentes de Rusia tendría un impacto económico negativo a corto plazo que disminuiría el producto interior bruto del conjunto de la Unión Europea entre un 2,5% y un 4,2%, afirmó el martes el Banco de España.
Asimismo, el Banco de España aclaró mediante un artículo analítico que la dimensión del impacto apreciado en el primer año de suspensión debería disminuir posteriormente, ya que la creciente adaptabilidad de Europa sustituye las importaciones rusas.
De acuerdo con el artículo, el impacto sería significativamente mayor en las tres mayores economías de la eurozona —Alemania, Italia y Francia— y en los países del este de Europa, motivado a su mayor dependencia del suministro energético ruso.
Por su parte, Alemania, estimó una baja de la actividad de entre el 1,9% y el 3,4% del PIB, del 2,3% al 3,9% para Italia, del 1,2% al 2% para Francia y de entre el 0,8% y el 1,4% para España, dijo Javier Quintana, economista investigador del Banco de España.
De esta manera, los líderes de la Unión Europea acordaron el lunes un principio de reducción del 90% de las importaciones de petróleo de Rusia para finales de este 2022.
En Alemania, la situación ha sido objeto de un debate cada vez más acelerado, dada su relativamente alta dependencia energética de Rusia.
Para la UE, igualmente se produciría un incremento de la tasa de inflación de entre 1,6 y 2,7 puntos porcentuales, conforme el artículo, que proyecta un aumento de entre 0,8 y 1,2 puntos porcentuales para España.
La inflación de la zona euro volvió a alcanzar un récord del 8,1% interanual en mayo.
Dichas predicciones, conforme a una enorme incertidumbre geopolítica, se detiene en una hipotética interrupción de todos los suministros de productos energéticos procedentes de Rusia.
Bajo esta línea, la suspensión de las importaciones de productos petrolíferos tendría un impacto menor que la interrupción de la entrada de gas natural y carbón rusos.
Un incierto cese de los restantes flujos comerciales con Rusia tendría un efecto negativo adicional sobre las economías europeas, aunque su magnitud sería sustancialmente menor que la de las materias primas energéticas.
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