La gran aceleración de precios que registra Argentina en las últimas semanas obligan al país sudamericano a cerrar el año con una inflación no inferior al 90% y que algunos especialistas ya avizoran con una tasa de tres dígitos, un nivel no visto en las últimas décadas.

La segunda mayor economía de Sudamérica tiene una inflación anual de dos dígitos desde 2002, sin embargo, este año al calor de un escenario global de precios disparados por la guerra en Ucrania y de los desequilibrios no resueltos de la macroeconomía local, la tasa de inflación en Argentina no ha sido menor al 3,9% en ningún mes.

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Aunque los datos oficiales de julio, dados a conocer el pasado jueves, prendieron todas las alarmas: los precios al consumidor avanzaron 7,4% en relación con junio –el mayor salto mensual desde 2002– y 71% en términos interanuales, con un alza acumulada en los primeros 7 meses del año del 46,2%.

Esta fuerte aceleración se generó en un contexto de sobresaltos políticos, con cambios en el gabinete del gobierno de Alberto Fernández que desembocaron a inicios de agosto en la incorporación de Sergio Massa como ministro de Economía.

Ante ésta tensión política, el valor del dólar estadounidense en el mercado paralelo se disparó hasta niveles récord, desencadenando una fuerte remarcación de precios en toda la economía real.

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En julio hubo alzas generalizadas en bienes y servicios, pero con un preocupante incremento promedio del 6% en los precios de los alimentos, con aumentos exorbitantes en ingredientes básicos para cocinar como, por ejemplo, la cebolla, cuyo precio subió 57,9% en comparación con junio.

Tres dígitos

Ante esta dinámica, hubo fuertes correcciones al alza en los pronósticos de inflación.

Los economistas privados que mensualmente consulta el Banco Central para su informe de expectativas proyectaban a inicios de este año que 2022 terminaría con una inflación del 55%, superando la tasa del 50,9% registrada el año pasado.

Estas mismas consultoras vaticinan ya una inflación anual del 90,2%, muy por arriba del rango de 52%-62% proyectado por el Gobierno argentino y por el Fondo Monetario Internacional.

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“Seguramente, tendremos una tasa cercana al 110%, la mayor desde la hiperinflación de 1989-1990”, dijo a EFE Leonardo Piazza, director de LP Consulting.

Según el experto, el nivel de gasto público, los ajustes tarifarios y la inercia inflacionaria, entre otros factores, dejan para lo que resta del año tasas mensuales de entre el 6,5% y el 7%.

Si la pérdida de reservas del Banco Central continúa y el Gobierno no puede desacelerar el crecimiento del gasto público, este escenario de crecimiento de la inflación anual es bastante factible”, dijo Piazza.